viernes, 13 de abril de 2018

Ilusiones


¿Cómo te atreves a construir en mi templo de sinsabores un puesto de sueños? 
Eres de esas personas que, como una brisa fresca de verano, me recuerda que mi piel adormecida aún siente lo bastante como para tener que ponerme una rebeca. Te atreviste a limpiar las telarañas, o quizás a tejer otras más bonitas donde atrapar mis miradas. Más que brisa, fuiste huracán, que me arrastró hasta el borde de un acantilado de locura, donde susurraste un tímido "salta". Y con la mente embotada por el dulce olor de tus palabras seductoras, puse un pié en el aire...y luego el otro.
Con el vértigo de la caída supe que la realidad era otra. En el fondo del abismo no habría ningún mullido abrazo, ni unos labios expectantes. Sólo unos riscos que rasgarían mi piel con indiferencia. Supe que anhelaba tanto una pasión que quise oír "hagámoslo" cuando en realidad sólo te encogías de hombros diciendo "claro,¿por qué no?". 
Aterrada, en el último segundo me até al borde del precipicio con mi último cabo de cordura, quedando suspendida en el aire en el limbo entre mi cárcel y la tuya. Esperé, cuchillo en mano, a que me reclamases desde abajo, sabedosa de que cortaría la cuerda a la primera súplica de tus labios. Pero, como la brisa, volaste lejos y el silencio fue abrumador, y entre gritos de dolor por la sangre de mis manos, me aupé hasta tierra firme donde ahora extiendo mis pasos, de nuevo hacia mi templo ya vacío, lejos de tu acantilado.
Pronto pasará al recuerdo la emoción del salto frustrado, el céfiro se ha marchado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario