¿Cuántas veces le hemos preguntado a esa
persona por qué nos quiere? En realidad no es más que la necesidad de oír de
los labios de otra persona las cosas que necesitamos oír para subirnos el
autoestima. O la necesidad de comprobar que nos considera valiosos por algún
motivo. O que si sabemos cuales son los motivos, podemos poner especial cuidado
en no perderlos para así conservar a esa persona para siempre.
Pero creo que hay un error de conceptos,
la pregunta correcta sería por qué le gustamos. Piénsalo bien un segundo:
¿desde cuándo el amor verdadero es interesado? ¿Desde cuándo debe tener un
motivo ulterior? Si nos dicen que nos quieren porque somos cariñosos y
agradables, el día que nos levantemos con el pie izquierdo (que también tenemos
derecho), ¿nos querrán menos? Si nos quieren porque somos atentos y nos
preocupamos por la otra persona, el día que reivindiquemos que algo nuestro nos
parece más importante que algo suyo, ¿nos querrán menos? No, el amor no debe
estar supeditado.
El verdadero amor, ama porque sí.
Otra cosa es los motivos por los cuales
gustamos y/o atraemos a la otra persona. Porque evidentemente algo tendremos
que no tienen los demás mortales para que nos escojan a nosotros y no a otra
persona, quitando la obviedad de haber estado en el momento oportuno en el
lugar preciso. Pero eso es sólo la chispa, la yesca, el alimento para el amor.
No puedo ponerle palabras a los motivos
para amarte.
Se dice que una persona gusta por sus
cualidades y enamora por sus defectos. Puede que sea cierto, al fin y al cabo,
no hay nada más desinteresado que ser consciente de los inconvenientes y aún
así quedarse ahí, aunque saquen de quicio, aunque hagan daño.
Son en esos momentos, en los que somos
capaces de ser más críticos con nuestra pareja, en los que nos damos cuenta de
que nuestra vida no tiene sentido sin esa persona que pinte de colores nuestros
días. Y sí, también de gris y negro, a veces.
El verdadero amor no necesita, elige.
Porque no hay nada más desinteresado que amar por gusto, por que sí. Si crees
que necesitas a tu pareja para ser feliz, estás siendo egoísta, estás
procurándote un bien propio. Asumámoslo, todos hemos sobrevivido muchos años
sin esa persona, hemos sido felices sin esa persona. Con ella, vivimos más,
somos más felices, pero si la perdemos, volveremos a serlo. Me quedo contigo
porque, aunque no te necesito, prefiero estar contigo. Ese es el amor sano, el
amor reposado y tranquilo, entregado desinteresadamente y valorado por lo que
es, un privilegio que se puede perder, no un derecho escondido tras una promesa
de amor eterno adolescente.
Así que, resumiendo, no te necesito, pero te quiero porque sí.
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